martes, 16 de mayo de 2017

Mi experiencia del viaje a Nápoles


Mi experiencia del viaje a Nápoles, ha sido muy positiva ¡Repetiría mil veces más el viaje! El primer día fuimos a ver dos villas  romanas  que me encantaron, eran muy amplias y  en buen estado, conservaban sus pinturas y mosaicos originales, y se distinguían muy bien las diferentes estancias de la vivienda. El segundo día fuimos a visitar Pompeya, qué decir de Pompeya...., sinceramente me impactó, era una gran ciudad con miles de casas, un gran teatro… etc. Por la tarde fuimos a hacer una simulación de una excavación arqueológica. El tercer día hicimos una visita guiada al centro de Nápoles, visitamos muchas iglesias preciosas, con unos frescos impactantes, comimos en una pizzería y por la tarde fuimos a visitar el teatro de San Carlo, el cual no tengo palabras para describir. El cuarto día hicimos un taller de mosaicos  y por la tarde nos hicieron un concierto de música y danza de la antigua Roma.
Beatriz Magdaleno





Mis días en Nápoles


Asomada a la ventana de la habitación. Asombrada con lo que veía. Perpleja. Al fondo, el Vesubio. A un lado, Nápoles. Delante, la bahía. El Mediterráneo perezoso y tranquilo. ¿El mismo que contemplaban los viejos pompeyanos? A ver si resulta que no salieron corriendo porque estaban como yo: distraída, pensativa, disfrutando de las vistas… De esto es de lo que más acuerdo del viaje. Fue lo primero que conté cuando me preguntaron mis padres y sigue siendo lo que me viene a la cabeza cuando pienso en el viaje. Mucho antes que ruinas, arqueología, mosaicos, teselas, termas, prostíbulos… Que no digo que no me gustaran. Pero esas vistas… Plinio el Viejo, que murió por curioso, a lo mejor se detuvo más de la cuenta en esa bahía. Y no me extrañaría nada.

Pompeya me pareció mucho más grande de lo que esperaba. Era una ciudad de verdad, de esas a las que no les falta de nada. Me gustaron especialmente los frescos de las villas pompeyanas.

La visita a Nápoles me encantó, aunque habría sido mejor con unos cuantos grados menos. De infarto el techo de la catedral. El del teatro San Carlo tampoco es poca cosa. La verdad es que cuando los napolitanos se esmeran, son de los mejores. Lo mismo te hacen unos helados de primera como que construyen una catedral que te quita el aliento.

La actuación sobre la música en la antigüedad fue muy interesante a la par que graciosa, aunque me cueste admitirlo, la verdad es que me costó contener la risa en varios momentos.

En resumen, visitar una parte de Italia ha sido maravilloso, no puedo esperar a ver más de este bonito país. Y a comer mucho más de ese delicioso helado. 
Teresa Olmedo


UN VIAJE POR LA HISTORIA


El viaje empieza en la Parroquia ¨La Cena del Señor¨, lugar donde habíamos quedado para ir todos juntos al aeropuerto. Nos despedimos de los padres y nos vamos dirección al aeropuerto. Todos estamos muy ilusionados por ir a Italia. Para muchos es la primera vez en avión y eso le da más emoción a la hora de despegar.

Bajamos del avión, salimos del aeropuerto y nos subimos a un autobús. No paramos de mirar por las ventanillas para ver los alrededores. El paisaje nos recuerda mucho a España ya que la vegetación es totalmente mediterránea.

Una vez en la residencia subimos a las habitaciones. Estaban todas muy bien, en concreto la mía que tenía 4 camas porque dormíamos 3 y era la más grande. Pero lo mejor eran las vistas. Todos subimos las persianas y vimos la panorámica que teníamos en frente. Se veía todo Nápoles a nuestros pies, con el mar a la izquierda y en el fondo, presidiendo el entorno, el Vesubio. El piso en el que estábamos tenía una terraza común que también contaba con unas vistas especialmente bonitas.

Después comimos en el comedor. Nos separamos en diferentes mesas. Todos sabíamos que los italianos comían mucha pasta, pero algo que me sorprendió mucho fue que ya fuera comida o cena, nunca faltaba un plato contundente de pasta. Al principio creímos que solo serían los primeros días, pero a medida que avanzaba el viaje, la comida siempre tenía la misma estructura: De primero un plato de pasta, de segundo un plato de carne o pescado (pero generalmente carne) y por último fruta o pastel.

Nada más terminar de comer nos llevaron la Villa de Ariadna y a la Villa de San Marco. Una vez allí, el guía nos explicó cada rincón de las casas, mezclando la vida diaria de los estabianos de la época romana con la historia. Las partes de las ¨villas¨ no estaban situadas exactamente igual a la de los libros que habíamos estudiado, pero, aun así, eran perfectamente reconocibles. Me interesó mucho que nos enseñaran la diferencia entre la parte donde vivían los señores de la casa; habitaciones más espaciosas, con las paredes llenas de pinturas chillonas como el rojo, amarillo, azul y el negro, una iluminación perfecta… Y la parte de los esclavos que era más pequeña, con pasillos muy estrechos y habitaciones sin ninguna pintura aparente. Me pareció que el contraste entre unos y otros se refleja perfectamente y que ha permitido que los arqueólogos tengan más datos de la vida cotidiana de la gente de esta época. Haciendo un poco más de hincapié en las pinturas de las estancias de la casa, me parece que es increíble lo bien que han sido conservados los colores vivos y las figuras que podían representar tanto mitos, como la vida diaria, como divinidades a las que veneraban, sobre todo sabiendo que estas viviendas pasaron por múltiples terremotos. Me llamó mucho la atención ver algunos agujeros en las paredes, pero nos explicaron que, en las primeras excavaciones los arqueólogos no sabían dónde estaban situadas todas las puertas de la casa, por lo que hacían agujeros por los que pasar. Un ejemplo muy claro era una gran grieta en la cocina.

Hablando de la lujosa vida de los dueños, el guía nos contó que la gente que vivía allí comía especialmente bien, ya que tenía el mar al lado que les proporcionaba peces y también que mercaderes de otros lugares les abastecían con especias, la tierra de alrededor era fértil y contaban con todo tipo de animales de granja. Cuando celebraban banquetes, se preparaban tantos platos como se pudiera, porque, aunque los invitados estuvieran plenamente saciados, se metían plumas de pavo real en la boca, vomitaban lo anteriormente engullido, y sin ningún reparo, volvían a tragar lo que los esclavos fueran llevando a la mesa.

A pesar de lo grande y bonitas que fueran por dentro las ¨villas¨, lo que a mí más me impresionó fue el jardín. Estaba rodeado por un pórtico, en el que se hallaba un pequeño salón. Nos contaron que habían excavado hasta encontrar las raíces de los árboles, y que, gracias a estos restos, podían datar los años de estos, y el lugar en el que estaban.

Al terminar con la actividad nos fuimos a pasear por Estabia. La primera impresión que yo tuve fue que había mucha pobreza alrededor, muchas de las casas estaban medio derruidas y la playa estaba llena de basura. Pero a medida que íbamos paseando, encontrábamos rincones con encanto, fotos perfectas del atardecer y una heladería de la que todos salimos con una sonrisa.

Esto solo fue el primer día del viaje. Pero los demás fueron igual de intensos y emocionantes. Creo que esta travesía por Nápoles nos ha aportado más de lo que podíamos imaginar. Nos ha enseñado a interpretar la vida romana desde otro punto de vista que no fuera leyéndolo en un libro de texto, sino desde las raíces, andando por sus grandes ¨villas¨, recorriendo sus largas calles en Pompeya, sentándonos en sus asientos en el gran teatro y escuchando los instrumentos que ellos interpretaban gracias a los expertos que nos han ido formando durante nuestra estancia.  Este viaje también nos ha ayudado a comprender la gran labor de los arqueólogos, participando en una excavación simulada y también con las explicaciones que nos daban acerca del método que utilizaban para saber todo tipo de cosas, desde las pinturas de las paredes, hasta los árboles plantados en los jardines. Ha sido una experiencia irrepetible.
Paula Mercader

Viaje a Pompeya


Martes, 28 de marzo del 2017
Nos reunimos en la iglesia “La Cena del Señor” los alumnos de latín y de música. Allí nos esperaba un autobús que nos llevó hacia el aeropuerto. Una vez aterrizado en el aeropuerto de Nápoles, nos estaba esperando Lina, para llevarnos a la residencia de arqueólogos en Estabia donde nos alojaríamos durante cuatro días.
Nos instalamos y lo siguiente fue comer, la comida cómo no, pasta, ya que es típica de Italia, pero lo que no nos esperábamos es que la tomásemos todos los días para comer y cenar. Enseguida vino un autobús con el guía para llevarnos hacia la Villa de Ariadna, donde vimos muchas ruinas espectaculares.

Una vez terminada esta actividad, nos dejaron tiempo libre y nos dimos una vuelta por la playa que estaba al lado de donde nos alojábamos. Nos tomamos un helado, ya que Italia es conocida también por sus helados. Y por último para terminar nuestro primer día, estuvimos en la terraza de la residencia viendo el atardecer.
Miércoles, 29 de marzo de 2017

Nos recogió el autobús con un guía nuevo, con el que estuvimos dos días, Lucio. Nos dirigimos a Pompeya y él nos enseñó y explicó todo lo relacionado con el anfiteatro, las calles, casas y muchas cosas más. Por la tarde hicimos un taller de simulación de excavación y como todos los días playa, helado, cena y terraza.

Jueves, 30 de marzo de 2017
Fuimos a Nápoles donde Lucio nos enseñó la Capilla de San Gennaro, el obispo más importante de Nápoles, y otra capilla más. Comimos en una pizzería, una pizza buenísima, típica de allí, y por la tarde vimos el teatro San Carlo y el Palacio Real. Por último nos despedimos de Lucio.

Viernes, 31 de marzo de 2017

Pasamos todo el día en la residencia. Por la mañana acudimos a un taller de mosaicos y por la tarde tuvimos un concierto de instrumentos musicales, el Concierto de Synaulia. Ese día nos despedimos de Lina.
Como último día de estar en Estabia, nos comimos un helado, dimos un paseo por la playa y cenamos pasta (como todos los días, pero esta vez era especial). Al día siguiente desayunamos y regresamos a Madrid.
Sandra Horcajo

jueves, 11 de mayo de 2017

Crónica de un viaje en el tiempo


No todos somos conscientes de la importancia que esta ciudad tuvo para nuestras vidas. Yo misma me centraba más en la erupción del Vesubio y en la catástrofe que supuso, en vez de la vida que hubo antes.
Nuestro viaje ya había comenzado la mañana anterior con nuestra llegada a Stabia. Todos estábamos nerviosos ya que llevábamos aproximadamente medio año preparándonos para aquel día.
Después de desayunar en el RAS un café que cualquier italiano se avergonzaría de decir que se había hecho allí, cogimos el bus hacia Pompeya. Durante el viaje se podía apreciar los niveles de emoción que había en cada uno de nosotros, desde el que estaba aprovechando para dormir un rato hasta las que cantaban ritmos latinos a todo volumen.
Así pues, alrededor de las 9 de la mañana llegamos a la ciudad.
Recuerdo perfectamente que cuando llegué lo primero que se me pasó por la cabeza fue “Esto está más lleno de gente que la plaza Mayor en Navidad”. Era temprano, y mi cerebro no se fija en cosas más allá de cinco metros en esas horas.
Poco a poco nos fuimos alejando de esa multitud de personas para dar paso a otras que no estaban precisamente vivas…
Cada piedra, cada mota de polvo, cada resto había sido analizado y observado con tanta minuciosidad que había una cantidad de información inmensurable. Ninguno de nosotros imaginaba las claves que estos hallazgos habían supuesto para recrear la historia, nuestra historia.
Sinceramente, los romanos se lo montaban todo bastante bien. Sabían cómo sacarle el máximo provecho a sus domus de manera que, aunque no tuvieran la tecnología de la que disponemos hoy en día pudieran asemejarse bastante. A medida que íbamos avanzando aprendíamos también sobre la etimología de algunas palabras.
Por ejemplo, los prostíbulos se denominaban lupanares porque se decía que las mujeres que allí trabajaban aullaban como lupae (lobas) a los transeúntes que por allí pasaban. Curioso.
Pero hubo un momento que se me ha quedado grabado y creo que fue una de las claves por las que me he podido dar cuenta de la importancia de esta ciudad, es un recuerdo ahora pero que nunca se me olvidará.
Estábamos mi amiga Paula y yo en los baños y al salir encontramos una valla que estaba entrecerrada. Nuestras ganas de explorar aumentaron considerablemente y, tras mirarnos un segundo, echamos a correr hacia aquel lugar. De repente, ambas nos encontramos vislumbrando la panorámica (o lo que ahora se llama skyline) de Pompeya. Vesubio detrás de nosotras vigilándonos atentamente, al norte Nápoles, al sur Estabia. Era una vista increíble que le hubiera gustado a cualquier humano, y fue gracias a esto por lo que entendí que hubiera habido gente que, como yo, se hubiera enamorado de esto, y que hubiese decidido vivir aquí.
Yo no dejé más que marcas de suelas, pero ellos nos obsequiaron con muchos regalos, arquitectónicos, científicos y artísticos que hoy en día siguen perdurando. Así que, qué menos que darles las gracias a ellos y a ese maldito volcán que me vigilaba y que custodia la ciudad.

Fin

Lucía López de los Mozos



martes, 9 de mayo de 2017

Crónica del viaje


LOS LUGARES VISITADOS FUERON: POMPEYA Y NAPOLES.
CON ALOJAMIENTO EN EL RAS, EN ESTABIA.


Martes, 28 de Marzo

Por la maña temprano cogimos un vuelo dirección Nápoles, para empezar nuestro viaje de estudios. Al medio día ya estábamos en Nápoles. Nos dirigimos al RAS, lugar en el que nos alojaríamos durante los 5 días y 4 noches que duraba nuestro viaje.
Por la tarde, nos llevaron a la primera visita ya que no se podía perder ni un minuto. Fuimos a las dos villas que se encuentran en Stabia, fueron las de Ariadna y la de San Marcos.

Miércoles, 29 de marzo

Por fin fuimos a conocer Pompeya; teníamos muchas ganas de ver cómo era en la realidad, ya que en clase habíamos tratado mucho el tema de Pompeya, es decir, que íbamos con información suficiente para aprovechar la visita.
Lo que más nos impresionó era cómo se habían mantenido las casas, teatro, … después de la erupción del Vesubio, lo que más sorprendió fue lo bien que se había conservado el anfiteatro, ya que estaba casi intacto.
Cada cosa que nos contaban nos impresionaba más, ya que había cosas que no sabíamos.
Fue una gran visita, en conclusión, salimos todos muy contentos y con ganas de volver, ya que no lo vimos todo, por la gran extensión que tiene.

Por la tarde tuvimos el primer taller, trató de una simulación de excavación arqueológica; nos lo pasamos muy bien y descubrimos que es un trabajo de mucha paciencia, precisión y que te puedes tirar mucho tiempo en un sitio y no encontrar nada.

Jueves, 30 de marzo

Fuimos a visitar la ciudad de Nápoles, en la cual visitamos varios lugares como iglesias, las calles, el Teatro de San Carlo, el Palacio Real, el museo del Teatro de San Carlo y otros muchos lugares.
Nos llevaron a comer a una pizzería, en la cual nos quedamos alucinados con el tamaño que tenían las pizzas.

Viernes, 31 de marzo

Fue día de talleres y actividades en el RAS. Por la maña estuvimos haciendo mosaicos, como los había en los suelos de todas las casas y villas que visitamos durante esos días

Por la tarde tuvimos un taller sobre la música que nos lo dio el grupo de música Synaulia. Nos mostraron los instrumentos y cómo se tocaban.

Sábado,1 de abril

Nos despedimos de Lina, que fue la persona que nos organizo el viaje junto a nuestras profes Ana y Lali.

Y supimos de un montón de formas de comer la pasta, pero sobre todo los macarrones ya que era lo que teníamos para comer y cenar jajaja.
Se me olvidaba hablar del guía que tuvimos con el que aprendimos un montón y de los helados que nos tomábamos por las tardes en la playa.
Me lo pase genial y aprendí mucho, estoy deseando volver.


Andrea Lobato Mato, 4 ESO

jueves, 30 de marzo de 2017

Nápoles. 30 de marzo de 2017

La catedral de San Genaro




Por las calles de Nápoles




El Conservatorio



 Castel Nuovo


 La Galería Umberto I


 Teatro de San Carlo


Palacio Real



Nos despedimos del gran Lucio